miércoles, 21 de junio de 2017

Normatividad para la Administración Pública:  De los principios de Administración Pública a los proverbios de Simon (3)

Este entusiasmo  académico duraría poco pues las propuestas de los diversos  ‘principios científicos de  Administración’ vistas supra serían severamente cuestionados por Herbert SIMON  en 1946 en su trabajo Los Proverbios de la Administración  al  demostrar que tales principios están bastante lejos de servir como fundamentos científicos, pues más que enunciados fácticos, no eran más  máximas y parábolas.  
Así afirmaría que  (…) la administración no puede estar fundada en proverbios, sino que debe establecer vínculos entre la teoría y la realidad: entre la "filosofía de sofá" y la experimentación.
 La mayor parte de las proposiciones que integran el cuerpo de la actual teoría administrativa comparten, por desgracia, este defecto de los proverbios. Casi para cada principio podemos encontrar uno contradictorio, no menos plausible y aceptable.
 … Es un defecto fatal de los principios actuales de la administración el que, como proverbios, ocurran en pares. Para casi cada principio, uno puede   encontrar uno contradictorio igualmente plausible y aceptable. Aunque los dos principios del par llevarían a recomendaciones organizacionales exactamente opuestas, no hay nada en la teoría que nos indique cuál es apropiado aplicar.

En el trabajo cuestionaría en concreto  la validez de los principios más comunes que aparecen en la bibliografía  sobre la administración, tales como estos:
I) La eficiencia administrativa aumenta por una especialización de la tarea entre el grupo.
II) La eficiencia administrativa aumenta si se dispone a los miembros del grupo en una determinada jerarquía de autoridad.
III) La eficiencia administrativa aumenta si se limita el alcance del control, en cualquier punto de la jerarquía, a un número pequeño.
IV) La eficiencia administrativa aumenta si se agrupa a los trabajadores, con propósitos de control, según propósito, proceso, clientela y lugar. 
Además de la crítica contraargumentativa concreta a cada uno de estos cuatro principios afirmaría en general que (…) dado que esos principios parecen relativamente sencillos y claros, diríase que su aplicación a problemas concretos de la organización administrativa sería concreta, y que su validez podría someterse con facilidad a la prueba empírica. Sin embargo, no parece ser el caso.
… Podrá objetarse que la administración no puede aspirar a ser una "ciencia"; que por la naturaleza misma de su tema no puede ser sino un "arte". Esta objeción, sea verdadera o falsa, no tiene nada que ver con nuestro actual examen. Sólo la experiencia podrá responder la cuestión de hasta qué punto pueden hacerse "exactos" los principios de la administración. Pero no puede haber discusión sobre si deben ser lógicos o ilógicos. Ni siquiera un "arte" puede basarse exclusivamente en proverbios (…)
Este argumento termina con la pretensión normativa de los principios por no ser ‘lógicos’ ni aplicables, además de  acientíficos. Pues añadiría  (…) El proceso administrativo es (o puede ser) «ciencia aplicada» desde la  construcción de un marco teórico a partir de las siguientes premisas: 
a) Para que una ciencia pueda desarrollar principios, debe contar con conceptos por tanto, la primera tarea de la teoría administrativa debe ser construir un conjunto de conceptos que posibiliten la descripción de las situaciones administrativas en términos de una aplicación teórica.
b) Para ser científicamente válidos los conceptos deben ser operativos. Corresponde determinar los hechos observables y verificables empíricamente, abarcando  los conocimientos referentes a los servicios, a los órganos, a las personas y a la acción de las Administraciones Públicas.

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