lunes, 7 de noviembre de 2016

Las políticas públicas: más músculo que cerebro (1)


El subtítulo de este blog hacia una Gestión Pública  más científica, significa una apuesta crítica  por reformar el estatus predominante en las decisiones. Esta crítica se desprende de la contraposición de la deducción de los postulados normativos con su antagonista, la inducción que obtenemos al describir la realidad diaria. Se trata de minorar la brecha entre el un deber ser más científico y el ser muy poco científico.

Fue T.R. Dye quien en 1972 definió la política pública como “aquello que los Gobiernos eligen hacer o no hacer”. Significa pues que la decisión publica que se concreta en las políticas que se hacen, las que cambian, que se dejan de hacer, o no se hacen nunca, son decisiones en las que confluyen muchas lógicas, dinámicas y factores; compromisos, ideologías, emociones, reglas,racionalidad....

Entre estos factores, el que destaca desde lo normativo es la racionalidad instrumental de medios a fines, racionalidad que para Weber no solo es formal  sino también material – conforme a valores éticos  o políticos,  -   de tal manera que el  apostar por más ciencia en el momento decisional, no puede suponer  eliminar la lógica política. Por ello hemos rehusado el decisionismo, la tecnocracia y otras tentaciones, a favor de la teoría democrática de la Administración Pública, pues en suma la misma  lo que se trata es de mejorar la acción  con más ciencia tendente a  que  la ciudadana obtenga  actos de implementación de las políticas, más eficaces y más eficientes.

Aquí hay pues una equivalencia en términos de racionalidad instrumental – formal y material - entre las ideas politológicas de la modernidad con las más próximas en los tiempos anunciadores de la postmodernidad  y las posiciones normativas de Laswell en el origen de las ciencias de políticas y su concreción en la orientación del ‘conocimiento de’ al ‘conocimiento en’ o en los modelos normativos óptimos propuestos sobre la decisión pública como Dror.

Como es sabido Lindblom, influenciado por la  idea de racionalidad limitada de de Simon, ve ya imposible el método raíz en 1959 (exhaustivo-sinóptico- compresivo) y paulatinamente va buscando métodos más acomodaticios (rama-incrementalismo,I,II y III y ajuste partidario) a la realidad y llega a la conclusión en 1997 de que es imposible demostrara que una decisión es objetivamente mejor que otra desde el punto de vista genuinamente científico. Al final siempre hay valores y opiniones también racionalmente limitadas. En suma  al final en sede de políticas como producto de las decisiones, los gobiernos tiene que decidir, y aquí – en el escenario de lucha política - no se trata de reconciliar posiciones científica ni opiniones, sino de que algunas personas impongan su decisión sobre otras, coactivamente o por consenso. Y concluye que en políticas al final es la política la que decide, y esto, es más músculo que cerebro. Dicho de otra manera no  es el conocimiento el que convence, es el poder el que se impone, lo que  significa esto que la ciencia, el conocimiento cede como argumento a la posición de fuerza de los actores decisionales, esto sucede inductivamente como una ley general.

No hay comentarios:

Publicar un comentario