martes, 19 de julio de 2016

La ¿nueva política? y el viejo botín de la Administración (y 2)




Por aquel entonces Max Weber diría que si el Estado quiere modernizarse y ponerse a la altura de su tiempo debe contar con unos medios idóneos en su seno que la dirijan (políticos) y que la manejen (funcionarios) y que él representaría mediante una contradicción entre  los tipos ideales o construidos vs. el tipo real o promedio. Idealización que responde al desideratum  de racionalidad instrumental de adecuación de medios a  fines.

Para su correspondencia con la novela galdosiana y la reforma municipal precitada merece  destacarse estas, también literales afirmaciones sobre el comportamiento político-administrativo; (…)El séquito de los príncipes guerreros o  el de los héroes  revolucionarios   viven del botín, el robo, las confiscaciones, las contribuciones o imponiendo el uso forzoso de medios de pago carentes de valor, procedimientos todos esencialmente idénticos. Sin embargo, éstos son, necesariamente, fenómenos excepcionales.  En la economía cotidiana sólo el patrimonio posibilita la independencia…Quien vive para la política tiene que ser además económicamente libre, esto es, sus ingresos no han de depender del hecho de que él consagre a obtenerlos todo o una parte importante de su trabajo personal y sus pensamientos. Plenamente libre en este sentido es solamente el rentista, es decir, aquel que percibe una renta sin trabajar, sea que esa renta tenga su origen en la tierra, como es el caso de los señores del pasado o los terratenientes y los nobles de la actualidad (…)

…Como consecuencia de esta situación, la dirección de un Estado o de un partido por gentes que, en el sentido económico, viven para la política y no de la política, significa necesariamente un reclutamiento plutocrático de las capas políticamente dirigentes …el que tal dirección plutocrática exista no significa que el grupo políticamente dominante no trate también de vivir de la política y no acostumbre a utilizar también su dominación política para sus intereses económicos privados. No ha existido jamás ningún grupo que, de una u otra forma, no lo haya hecho (…)

Así para Weber el botín se forma ahora porque (…) el reclutamiento no plutocrático del personal político, tanto de los jefes como de los seguidores, se apoya sobre el supuesto evidente de que la empresa política proporcionará a este personal ingresos regulares y seguros…en el pasado, las remuneraciones típicas con que los príncipes, premiaron a sus seguidores fueron los feudos, las donaciones de tierras, las prebendas de todo género y, más tarde, con el desarrollo de la economía monetaria, las gratificaciones especiales. Lo que los jefes de partido dan hoy como pago de servicios leales son cargos de todo género en partidos, periódicos, hermandades, cajas del Seguro Social y organismos municipales o estatales (…)

(…)Toda lucha entre partidos persigue no sólo un fin objetivo sino también, y ante todo, el control en la distribución de los cargos. Todos los choques entre tendencias centralistas y particularistas en Alemania giran en torno al problema de quién ha de tener en sus manos la distribución de los cargos.  Los partidos políticos sienten más una reducción de su participación en los cargos que una acción dirigida contra sus propios fines objetivos (…).

Pues resulta también que Weber también conocía las desdichas del sistema de la vieja política que describe Don Benito al afirmar que (…)Hasta hace pocos años, en España se alternaban los dos grandes partidos, mediante elecciones fabricadas por el poder y siguiendo un turno fijo convencionalmente establecido para proveer con cargos a sus respectivos seguidores. En las antiguas colonias españolas, tanto con las elecciones como con las llamadas revoluciones, de lo que se trata siempre es de los pesebres estatales, en los que los vencedores desean saciarse (…).

Para el comentarista de Miau Galdós retrata a los políticos de su tiempo como figuras de una comedia de magia, mostrando un desprecio por la charlatanería y la politiquería y un interés en descender a los abismos de la pobreza, lo que representa una moral ciudadana poco aceptable para la clase gobernante,confortablemente instaurada en la corrupción.

La rabiosa actualidad político-administrativa de mediados de 2016 se comenta por sí sola y todo apunta que no habrá nueva política mientras se mantenga el viejo –cansino y rutinario - sistema del botín administrativo. Es más, el debacle económico de hoy minusvalora el gran mal social de la patrimonialización de la Administración Pública, pues ahora se presenta como una oportunidad de negocio para algunos o de supervivencia para todo un ejército de reserva.

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