miércoles, 2 de marzo de 2016

La Ciencia de la Administración como ciencia de lo ‘útil’ y de lo ‘dañoso’



Veíamos estos días atrás en mis clases de Introducción a la Ciencia de la Administración,  algunos textos clásicos del pensamiento administrativo español. Uno de ellos fue el de Javier De burgos, en  Ideas de Administración, 1833 quien afirmaba idealmente que (...) la Ciencia de la Administración como la ciencia de lo útil y de lo dañoso”, mientras que el Derecho es “la ciencia de lo justo y de lo injusto (...) la Administración es la más variada, la más vasta, la más útil de todas las ciencias morales: Ella preside el movimiento de la máquina social, precipita o modera su acción, arregla o modifica su mecanismo y protege así, y conserva o mejora, todos los intereses públicos (...)
Igualmente contemplamos el de Alejandro  OLIVÁN,  De la Administración Pública con relación a España, 1842 al señalar (…) de buena intención, de celo y conocimientos, pueden adelantar poco en el actual estado de cosas, menos hay que esperara de los hombres desprovistos de prendas, desnudos de ciencia, advenedizos en la Administración o injeridos en ella por la parcialidad o en los amaños, a favor de la dislocación general, en que no hay mesura en el pedir ni en el conceder, y que a los más altos puestos de Hacienda y Gobernación aspira, y a veces sube, quien para ninguna otra cosa ha parecido ni bueno ni mediano…, (…)Los buenos empleados vendrán cuando se busquen, y abundarán cuando se formen

También tuvimos a la vista  al ‘gran elector’  José POSADA HERRERA, en sus  Lecciones de Administración, 1843 a 1845, el cual diría  sobre la Administración Pública  (…)nosotros podemos considerarla bajo tres puntos   de vista como ciencia, como arte o como una institución política, … Si se considera como ciencia, comprenderá las teorías, las máximas y principios en los que debe fundarse. Si se  considera como arte, comprenderá las reglas, que deben dirigirse a conseguirlos y si como institución política, las atribuciones y facultades de los Ayuntamientos, de las Diputaciones provinciales y de todas las autoridades administrativas que gobiernan en país (...)

El caso es que surgió de la combinación de dichos textos la relación entre lo que el político decide hacer y su relación con el como técnico, y ello en aras de terminar que era considerable de útil, inútil  o dañoso
Ipso facto surge el recuerdo de las  inmediatas – de ayer y de hoy-  erráticas o perversas decisiones políticas y, sobre todo en términos de liderazgo y dirección pública, lo referente a  las escasas y honrosas dimisiones de quienes no desean verse manchados por ellas, que las ha habido.
Una intelección conjunta de estos tres textos seminales de la ciencia administrativa española nos diría en términos epistemológicos que
1) La Ciencia de la Administración, tiene vocación descriptiva y prescriptiva (normativa). Se pronuncia sobre el ser socio-político y el deber ser científico.
2) Ante la problemática de la dimensión aplicativa, se prenuncia todo el debate – aún vigente - sobre si es una ciencia o un arte.
3) Ella puede o debe  pronunciarse sobre las decisiones útiles o las dañinas para la sociedad.
4) Se le considera la más útil de todas las ciencias morales de su tiempo, es decir, de las incipientes ciencias sociales
5) Ella sería la máquina de la acción conformadora de la sociedad, de tal manera que impulsa un hacer o corrige este, siembre buscando la conservación  o mejora, de  los intereses públicos.
6) Para conseguir su cometido, seguiría la racionalidad instrumental de fines a medios, en busca de la eficacia (política) y la eficiencia (técnico-organizativa) en un contexto de economía (recursos escasos, sobre todo en términos paretianos y de coste de oportunidad)
7) Uno de los medios fundamentales es la necesidad del teckne y profesionalidad de los administradores públicos.
8) Esta racionalidad  en el comportamiento político-administrativo fue seguida en lo sustancial por todo el pensamiento  científico-administrativo, cualesquiera que fuere su tradición,enfoque, lugar o énfasis, coincidiendo en la necesidad imperiosa de separar política y administración.  

Frente a esta ortodoxia– según describe un politólogo nacional en la presentación de un libro en diciembre de 2015 – se presenta hoy una praxis que contempla (…) una  casi nula cultura en ciencias administrativas de la mayor parte de los trabajadores públicos,  y  del conocimiento de realidades administrativas ajenas a la nuestra (…)
La confrontación ortodoxia-heteropraxis tiene su solución en el comportamiento político-administrativo, responsable de la real efectividad de del desiderátum seminal de proveernos de una  ciencia de lo ‘útil’ y de lo ‘dañoso’, que en suma permita al sistema político la convivencia armónica de la  democracia y la burocracia. De tal manera que es posible aún la institucionalización socio-político-administrativa de:

-  La factibilidad de la dimensión aplicativa de lo normativo
-  La intelección científica del ser socio-político y el deber ser politico-administrativo.

Ejemplos no faltan de cuando la Administración Pública corrige y arregla los desafueros, en no pocos  asuntos aunque no siempre de oficio, lamentablemente, y lo hace en función de la utilidad, inutilidad o el daños a los intereses generales

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