viernes, 15 de enero de 2016

Transparencia, Trust in Goverment y Gestión Pública científica ( y 3)

No se trata solo de crear héroes o vestir santos, sino de ensalzarlos, conservarlos y emularos, cuando existan. Pero ni siquiera son precisos los héroes. El  personaje secundario de una de las novelas del S. XIX más célebres de la historia, funcionario él, cuando se debate entre cumplir la ley y con ello cometer una injusticia, opta por la autoinmolación, mediante el suicidio.
Hoy ante una situación injusta o ilegal, el camino es la abstención, no lleva más, y no siempre que a la inmolación política pero sin necesidad de sacrificios cruentos. Sólo se pide la intención de ser buen gobierno; como ya hemos dicho la vinculación entre perseguir el interés general y la realización de  buenas políticas;  de nuevo actitud y aptitud. Ambas son precisas.
 De nuevo en esta batalla por la mayor dosis de cientificidad en la Gestión Pública, recurrimos al nutriente de la Ciencia de la Administración, recordando aquello de que   La administración es el eje de nuestra civilización, afirmaría Dwight Waldo en  1955) y que sigue siendo así, en lo bueno y en lo malo .
George Langrod añadiría en 1965 que (…) la Administración Pública  asegura tanto la estabilidad y la cohesión como una transformación armoniosa de las condiciones sociales, introduciendo en ellas los factores de unidad y de racionalidad. Constituye el intermediario indispensable, ordenador y estabilizador, entre el poder público y el particular. De la «estrategia» y de las tácticas de la acción administrativa depende en gran parte la suerte de las sociedades contemporáneas y futuras. Reducirla al rango de factor subalterno, de pura manipulación técnica, desconocer el alcance de sus acciones y de sus abstenciones y no saber apreciar el dinamismo creador que la caracteriza supone alejarse de la realidad. Si no se puede regir sin administrar no se puede tampoco administrar sin prever y sin anticipar. Para que la Administración pública pueda efectivamente desempeñar con éxito su compleja tarea, es necesario que sus actividades vayan acompañadas y precedidas de un estudio continuo y metódico. La ciencia debe decirnos lo que es, explicarlo y comentarlo, pero debe también determinar los itinerarios de la acción, anticiparse a la práctica. El papel del científico es ampliar los horizontes, precisar adecuadas perspectivas, preguntarse por el porvenir, proporcionar a los prácticos concepciones teóricas que les ofrezcan una justa visión de los problemas que trata cotidianamente. La ciencia administrativa desempeña en este orden de ideas un papel importantísimo.  

 (…)  La «segunda revolución industrial» que vivimos, con la mecanización y la automación que entraña, el desarrollo de la planificación y la modernización de la gestión del personal requieren que las realizaciones vayan precedidas de una madura reflexión metódica. La obtención de la independencia por una serie de países y la formación de administraciones públicas postcoloniales, No hay razón para que la Administración pública, cuyos defectos y defienda se deploran tradicionalmente, no se sitúe a la vanguardia del progreso: progreso intelectual, moral, social y técnico. Lograrlo constituiría una enorme fuente de economía de fondos materiales y de energía social. Los resultados en todos los niveles, entre los que se encuentra la actitud cívica de las masas, serían rápidos y positivos. La ciencia administrativa correctamente concebida, dinámica y completa, aparece como el medio más seguro para marcar la evolución en este sentido (...)

Claro está  que Langrod  está hablando en momentos expansivos para la Administración Pública que  cumplieron   ley de LARNAUDE y  WAGNER , según la cual  una inexorable ley del crecimiento de las funciones del Estado, para indicar que la historia  de la  Administración Pública moderna en el mundo civilizado es fruto del crecimiento de los servicios públicos consecuencia del estado social o que el desarrollo económico de la sociedad conlleva al incremento del gasto público ya que del nuevo status surgirían nuevas necesidades de la actividad pública reguladora y protectora, debido a factores como el incremento de la población, urbanización, uso de nuevas tecnologías u otras causas adicionales.
 Qué tiempo aquellos en los que al menos había fe en la Ciencia de la Administración, aunque sus presupuestos  epistemológicos y metodológicos estuvieran bajo sospecha, lo que daría lugar a la posición muy extendida de Ciencia en gestación (el propio, Langrod, Chevalier, Golembiewski,Kauffman,Garcia Trevijano, etc) y que parece no estar de momento por el  alumbramiento.

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