Sin ser un entusiasta de la
experiencia, hay que reconocer que en los ’80 uno de los instrumentos más eficaces de primera
generación de la Nueva Gestión Pública en países de la Commonwealth, fue que el
gasto público de los departamentos fuera controlado por el Ministerio del
tesoro a gtarvés de diversos programas (Vg.Financial
management iniciative, Resource Accounting and Budgeting, Increased ministerial
authority and accountability,Financial management improvement program). Es medidas
de notable impulso político, tuvieron su causa no sólo en los problemas financieros
de la época Thatcher sino también en estudios especialmente dedicados al comportamiento
organizativo contra dinámicas de ineficiencia X de las agencias burocráticas
(vid. Niskanen,Preworski y la maximización presupuestaria).
Aún no sabemos de la eficacia de
medidas similares en nuestro entorno, tardías y por ello más agresivas, por mor
de la crisis económica, en especial la desastrosa balumba de entes del sector publico administrativo y
local de la CV, cuya ley reparadora a nivel regional apenas tiene un mes (LEY
1/2015, de 6 de febrero, de la Generalitat, de Hacienda Pública, del Sector
Público Instrumental y de Subvenciones). Y sabemos que queda por revisar mucho
en ese engendro y estrambote jurídico-económico que es el sector instrumental
autonómico y local, donde se han apoltronado bien los huidizos del derecho
administrativo.
La burocracia se controla asimisma y al sistema económico y social en
virtud de la dominación racional de tipo legal. Y el poder judicial controla a
la burocracia cuando esta se descontrola. Esta es la esencia de la teoría
clásica weberiana como marco para el desarrollo del capitalismo en una sociedad
democrática. Instrumento que serviría racionalmente
para el logro del gran intangible de la
modernidad: la predictibilidad.
Por eso en los ’60 con la revitalización de la Ciencia
de la Administración, se afirmó por MOSHER
y CIMMINO que la actividad administrativa
requiere estabilidad y uniformidad para la conservación y desarrollo de la
organización y esto sólo se obtiene ya mediante la aplicación de métodos
científicos a las disciplinas sociales. La Ciencia de la Administración se configura como parte general con la
finalidad de formar a empleados y
directivos públicos. La diversas disciplinas aplicativas (vg. Derecho
público, economía aplicada,…) difícilmente pueden aprehenderse sin estos conocimientos
básicos de la parte general. La misma organización pública no es otra cosa que
una expresión finalista supraindividual y el comportamiento administrativo
difiere de otros comportamientos humanos en cuanto a que la acción administrativa
es eterofinalista.
Entendiendo por proposición científica, cualquier descripción
del mundo empírico, acerca de los modos
del comportamiento de un determinado fenómeno, estos autores – como también lo
hiciera H. Simon - consideran que el elemento esencial de la administración
es la decisión, como manifestación concreta del comportamiento administrativo. Decisión
que como acto de elección se encuentra influido y determinado por elementos y factores
diversos, que son, por su influencia, el presupuesto del estudio de la Ciencia
de la Administración, que estudiará los elementos que intervienen en la formación
de las elecciones administrativas.
En suma el fin de los estudios sobre la Administración
Pública es precisamente buscar la máxima
racionalidad, tratando de eliminar o aislar los elementos perturbadores, en
aras del mayor perfeccionamiento organizativo.
En esto la ENAP francesa ocupara un rol sustancial
a la hora de seleccionar quienes no
sirven para el cometido gubernamental, que como cada día se hace más complejo,
requiere mayor cualificación. No nos parece ajeno a esta situación el fenómeno
que observamos de que los graduados en ADE aventajan con mucho a los de
derecho, en las oportunidades de empleo, y que el número de matrículas en las
facultades de derecho de USA ha bajado en un 25%. La Administración Pública ya
no es cosa de leguleyos conservadores, sin perjuicio de su necesidad de ciertas
áreas, más allá de los servicios jurídicos. Se puede constatar una mayor
creatividad en otras profesiones aplicadas pero se necesita un actualizado
curriculum formativo para los gestores públicos y en especial casi una especfie
de superhombre para los asesores,confrome al desiderátum de Y. Dror .
Esto no se hace de la noche a la mañana, hemos de
obtener formadores de formadores, para que formados los segundos formes a los
futuros gestores. Mientras tanto el político al uso actual mejor será relegarlo
a los parlamentos y cúspides político-administrativas de tipo representativo,
pero lejos en lo posible de los lugares de gestión directa o intermedia. En el ínterin
los niveles de interfase habrán de ir ocupándose por esos nuevos graduados ad hoc
(Delta Type según Dror).
NO tener un modelo así significa la botella medio vacía
por agravio comparativo. No quererlo
por necedad, ignorancia o perversidad, significa no tener botella y tener que
coincidir con aseveraciones desde la Ciencia de la Administración tan poco esperanzadoras como las de O’KELLEY,
quien diría en los ’70 que (…) La
cuestión más grande para mí es entender cómo es que existimos en este laberinto
de dicotomías, de diferencias, de incompatibilidades que bifurcan nuestro mundo
de acción e ideas. Por ejemplo, cómo podemos operar con 1) la dicotomía entre
valores y hechos, 2) la dicotomía entre política y administración, 3) la
dicotomía entre teoría y práctica. ¿Qué hacemos? ¿Estamos en un estado continuo
de disonancia cognoscitiva? (…)
(Cfr. FREDERICK C. MOSHER,F.C - CIMMINO,S.Elementi
di Scienzadell' Administrazione, A.
Giuffre, Milán, 1960; O’KELLEY, J.
T., American Pragmatism and Public
Administration: influences and inplications for
teory and Practice, Disertación para obtener el grado de Doctor en
Administración Pública de la American University. Washington, 1977, inédita; DROR,Y.
“Asesores políticos para los gobiernos” en Documentación administrativa, Nº
241-242, 1994; DROR, Y., “El administrador público tipo Delta para el Siglo XXI”
en Revista
do Serviço Público,Lisboa, ENAP,1997.)
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