lunes, 16 de febrero de 2015

Tecnoestructura y administración general (y 2):ética y comportamiento organizacional

Max SCHELER por su parte incidió en el aspecto del comportamiento  personal como un primer momento axiológico para ser llevado a través de la imitación al conjunto institucional. Uno de  los principios de la ética personalista de él es el de la imitación del modelo que es encarnado en una persona. Es una figura que se cierne sobre unos individuos de tal modo que por éstos  se van adoptando poco a poco sus rasgos y se van transformando, de tal manera que el  ser, la vida y los actos de estas personas, van a regirse consciente o inconscientemente por él. Es claro pues la importancia de que un líder político, directivo intermedio sea ejemplo de servicio o un mero instrumento de la ambición propia o de terceros
En los procesos de identificación institucional existen unas etapas o momentos,  normalmente sucesivos,  en los que  el compromiso de afinidad se ve alterado, estos son; seguridad; reflexión crítica seguida de un cuestionamiento; e indiferencia. Cuando en una Institución no existen modelos de referencia, ni patrones de comportamiento que sean fácilmente identificables con los ideales superiores de la Institución, aquel espíritu que surgió al inicio de la incorporación a la misma, de total identificación ideológica con los fines de ella acaban, tras un cuestionamiento del comportamiento de los demás y del  propio,  por crear un clima de indiferencia.
Un estudio psicosocial reflejaría la evolución del comportamiento administrativo individual y colectivo en el personal de las Administraciones autonómicas y locales en especial. De la fascinación al desencanto, del entusiasmo al  excepticismo. Así en su extrapolación, porque los empelados influyen en su entorno, se entiende porque mayoritariamente según reflejan las encuestas hay más motivación por la ruptura del sistema que pro su reforma cuando suene el último tic-tac, por seguir la lectura de un pensador actual en un articula de recientísima factura.
En la ética del modelo ha de concurrir  dos clases de autoridad; la deontológica y la epistemológica; es decir, la del  actuar y la del saber. Prototipo de actuación que ha de reflejarse especialmente en el personal que haya de ejercer funciones directivas públicas y de control. No sin razón al gerente burocrático se ha calificado de instrumento indispensable para la organización del trabajo moderno y personaje central de la sociedad moderna desde la sociología de la moral. El resultado inmediato del ejercicio de la virtud es la  acción buena. Exigir pero comportándose previamente de una determinada manera y provisto de un determinado carácter. El paradigma de actuación, epistemológico y deontológico le confiere al Agente Público la autoridad en su total sentido, al que se le respeta, considera y obedece porque sirve a los intereses generales, y además sirve bien, con eficacia, eficiencia y objetividad, es decir, con profesionalidad, responsabilizándose que su quehacer.
Si el que puede, por su estatus, no denuncia los comportamientos antisociales y antiorganizativos, incurre en una responsabilidad con efectos múltiples, para el sistema, el metasistema y los sistemas próximos, y sin duda, toda esta espiral de desafueros, desatinos y demás perversidades, pudo haberse evitado un día.
Lo revolucionario en estos tiempos consiste es  cesar al corrupto, no en matar al mensajero.   A las  propuestas de  transparencia gubernamental le faltan muchas cosas, a la de la Comunidad Valenciana casi todas, pero esta de conocer el funcionamiento tecnoestructural o el directivo nos parece  sustancial al gobierno trasparente, al menos al que en términos de Bourgon es responsable, receptivo y respetado. No sólo es bueno para el Cesar y su mujer sino para la propia Ciencia de la Administración como herramienta analítica para una  mejor praxis. Bastaría  recordar   que;
(…) La Ciencia Política ha estudiado sistemáticamente casi todo menos la manera de cómo el gobierno construye y desarrolla sus decisiones, ha prestado gran atención al sistema político y poco a sus productos. Por  su parte  la Teoría de la Administración Pública ha quedado constreñida  entre las consideraciones jurídicas e institucionales y/o algunas de carácter  operativo. Hay que plantearse cómo mejorar la dirección del sistema administrativo, y reflexionar sobre los factores que contribuirían a ello. Se han realizado más estudios sobre el modo en que el gobierno gobierna a la sociedad, que sobre el modo en que éste se gobierna a sí mismo. Se conoce la estructura de la Administración, pero poco acerca de su dirección; conocemos las reglas  jurídicas, pero ignoramos  los procedimientos y las prácticas que acompañan a las decisiones organizativas.
(…) sigue existiendo mucha ‘caja negra’ y muchas deficiencias como los  errores de decisión de los altos directivos, corrupción, discrecionalidad en el proceso decisional, fallos  en la distribución de la autoridad, en la división del trabajo, en la coordinación y cooperación, intercomunicación entre las unidades que componen la organización (…)
 
(Vid. Aguilar Villanueva,L.F. (1992b), El estudio  de las políticas y Aguilar Villanueva, L.F. (2014),“Las dimensiones y los niveles de gobernanza”,Cuadernos de Gobierno y Administración Pública,1-1; Macintyre, A., Tras la virtud, Crítica, Barcelona, 2001, Suances Marcos, M. A., Max Scheler, Principios de una ética personalista, Herder, Barcelona, 1989).

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