martes, 22 de abril de 2014

La Administración Pública; ¿Oximorón, Babel u obra humana? (1)

Un oximorón es una figura literaria que se utiliza para reflejar una contradicción en los términos, de dos conceptos opuestos que  generan un tercer supuesto de carácter ‘absurdo’ (instante eterno, dulce amargura) y que fue usado con frecuencia por Heráclito. Su figura literaria opuesta, es el pleonasmo en la que se utilizan dos términos redundantes como un recurso estilístico (sube hacia arriba, la abracé con mis brazos …)
Diríamos en este sentido que un pleonasmo sería decir  Administración organizada y un oxímoron;  Administración desorganizada,… Dicho de otro modo, puede hablarse de una  Administración/organización mal organizada, con una deficiente estructura funcional, inadecuada tecnoestructura, ineptitud en el ápice estratégico, … sabido que no existe la organización perfecta, como obra humana que es. Pero  establecer un hábitat organizativo caótico,timorato, pelele del poder económico, sin lógica ni estrategia propia, sin rumbo, sin timonel y, escenario de la depredación o reparto de la miseria, significaría analíticamente describir la desorganización de la  Administración Pública.    Una  organización se equipara a la figura del oximorón cuando  no se controla, porque no se puede, o no se quiere. Y si una organización no controla el ámbito de actuación dónde actúa, se vuelve una contradicción. Recordemos de nuevo la  obra de A. Nieto El desgobierno de lo público, en la que advertimos ideas próximas.
 
Veamos que comportamientos nos parecen  próximos a un oximorón administrativo;
Ø  Cuando en materia de reformas administrativas, la implementación de esta aumenta la carga de trabajo(gestión de la calidad, evaluación del desempeño, sistemas y procesos de rápida obsolescencia,…).
Ø  Cuando hay miedo a denunciar las irregularidades del superior, pro desconfiar en la tecnoestructura (subsecretaria, inspección de servicios, …).
Ø  Cuando los rotos tienen que repararse desde fuera. Una cosa es, que juzgar a la administración sea también administrar y otra, es que todo tenga que judicializarse, por desconfianza en el sistema.
Ø  Se siguen modas administrativas (, ciudadano como cliente sin capacidad de elección, cartas de servicio sin normatividad/coercibilidad, …).
Ø  Se maquillan ajustes de plantillas por necesidades  presupuestarias, con un coste de transacción alto,para luego recolocarlos con cargo al presupuesto.
Ø  Cuando se crean grupos de reflexión polisinodia/comitología y no se reúnen casi nunca, o lo hacen con instrucciones sin deliberación.
Ø  Cuando se buscan problemas para soluciones ya predeterminadas bajo dinámicas  de anarquía organizada/ cubo de basura (Hay que contratar con X que hace ‘xx’ a pesar de que nuestro ámbito no necesite ‘xx’. Necesitamos ‘yy’ pero el que los hace (Y) no es de los nuestros).
Ø  Cuando se invierten en actuaciones que pronto quedarán obsoletas.
Ø  Cuando el partido de la  oposición critica lo mismo que hizo o hace en contextos de gobierno (vg subvencionar al clientelismo).
Ø  Cuando se siguen dinámicas de actuación de ensayo-error
Contrario, en suma, a la idea moderna de  Administración Pública es cualquier dinámica que suponga esta ser un reducto para el ejercicio del poder, permitiendo espacios francos a los feudalismos. Si la  Administración Pública en la praxis sigue la lógica feudal porque es la más operativa, vuélvase sin más   a ella. La política partitocrática, la universidad, lo centros de poder ejecutivo, están en ello. Vuélvase entonces al cameralismo o a la ciencia de la policía – aunque fuera la ilustrada- . Pero actuar formalmente conforme a los parámetros de la  Administración Pública moderna y no estar sustancialmente en ello, conlleva un coste fiscal elevadísimo, pues si la democracia es el modelo político más caro, su perversión la hace económicamente inviable como han demostrado los hechos recientes. Dense prisa señores decisores, no sea cosa que en esta carrera por salir del feudalismo nos ganen otras organizaciones tradicionales.

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