martes, 9 de octubre de 2012

¿Administración de diletantes?: Ya no cabe más diletantismo ni ad intra ni ad extra (y 3)

Entre  los que siguen beneficiándose del desorden establecido, se encuentran como factor de gran promiscuidad diletante con los benefactores del nepotismo que supone la, recolocación masiva e industrial de familiares variopintos en las Administraciones Públicas (sic)   en lo referente al Gobierno de la Nación y a su Administración General del Estado, y sin duda en otros escenarios más discretos. Esta dinámica tiene una especial trascendencia sobre lo que se espera de la gestión Pública en momentos difíciles.
España vive en una grave fractura  política y social según reciente análisis de los sociólogos, con un  rechazo global a todos los partidos, situación que no había ocurrido desde la transición. En el post precedente hemos hecho mención al diletantismo político.  Se habla de  Falta ejemplaridad en la clase política; Rechazo a todos los partidos sin excepción; clamor por una reformar del status quo del modelo autonómico; síndrome de la traición del voto.
En esta semana que estamos leemos que un auto judicial se  justifica la manifestación del 25-S en el marco de la libertad de expresión, ante la convenida decadencia de la denominada clase política.   Leemos también que la clase política y de los partidos políticos en general como uno de los principales problemas que tiene España - el principal problema que existe actualmente en España para un 26,9% de los ciudadanos - 
Pero también el Primer ministro británico David Cameron es cuestionado por su propio partido ante las críticas sobre su incapacidad para sacar al país de la recesión y ha de someterse a una evaluación próximamente. Ítem más, acaba de señalar Bernard-Henri Lévy que sobre la UE, Federalismo o Muerte, ya no hay elección: o la unión política, o la muerte. Todo lo demás, los encantamientos de unos, los pequeños arreglos de otros, los fondos de solidaridad, lo bancos de estabilización... lo único que hacen es retrasar el fin y mantener viva la ilusión del moribundo de que aún puede recuperarse (sic).
Seguimos con las descripciones y resulta que el profundo malestar social incubado durante la crisis económica está derivando en un problema de confianza en el sistema político. Sin  esperanza en  que los recortes presupuestarios enderezcan  el estado de la economía, se ha instalado la idea del agravio comparativo en el reparto de las cargas. Para  9  de cada 10 ciudadanos la crisis la pagan todos, menos los bancos y los más ricos. Resulta igualmente que la situación de Grecia, Portugal o Irlanda ha empeorado desde que se les lanzó el supuesto salvavidas europeo, toda vez que  el 77% de los ciudadanos comparte los argumentos de los que se manifestaron en las cercanías del Congreso de los Diputados, aunque no las formas dadas. El temor al empobrecimiento y la debilidad de la política crea en el imaginario colectivo  graves premoniciones  sobre la frecuencia de  las manifestaciones masivas, el incremento de la inseguridad ciudadana, asaltos a comercios, boicoteos a bancos,…, es más ya se piensa que la ley no es la barrera ante la que siempre hay que detenerse.  Otro  dato recientísimo que hay que mirar con cuidado cuando se estima por la Seguridad Social  que España perderá casi un millón de habitantes en lo que resta de década porque la emigración de ciudadanos al exterior será mucho más acusada que la llegada de inmigrantes.
Estos no son más que síntomas de que  la fractura  social va en  aumento, cleavage entre los que sufren de manera especial la crisis. Una apuesta es terminar en posible con las actitudes políticas diletantes, las descritas ahora y otras muchas que no caben en este espacio.  Por ello hay que leer con atención ese artículo del Profesor Martínez Sospedra intitulado ‘La revolución es una señora maleducada’ coincidente en el diagnóstico con el final del libro ‘El desgobierno de lo Público’ de Alejandro Nieto.

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