domingo, 6 de mayo de 2012

Mirando a Diógenes



En tiempos de desolación, no hay que hacer mudanza, decía Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales. A mal tiempo buena cara, dice el proverbio, … y así otros consejos. Se cuenta que Alejando Magno, se encontró un día con el filósofo Diógenes ‘el cínico’ y le pregunto qué podía hacer por él. Diógenes, le contestó, apártate que me tapas el sol. Supongo que el cinismo de Diógenes se refería a que hay algo más allá de los grandes hombres, más vital que su protección y discursos, sus vanidades y potestades. La luz del mundo, la sabiduría, la naturaleza, la justicia….

Vemos hoy discursos políticos y económicos sobre el origen y solución a la crisis económica. Vemos como no se sabe si más nacionalismo, más Europa, más keynesianismo o más desregulación o desactivación. La gente no soporta mucho tiempo los engaños. La vieja ciencia de policía murió de empacho debido al abuso del monarca absoluto, replegándose el ciudadano sobre el individualismo, al no fiarse de la invocación de la res pública, y los negocios reales que se hacían bajo su apelación.

Como las cosas son como son, evidente es la ineptitud política y el mal que se sigue causando en la administración de lo público. Evidente es que la causa de la crisis no es solo de diseño económico, ni que el pandemónium está en el funcionariado como ya hemos invocado mucha veces, me propongo decir al político y demás gurús sociales; Apárate que no me dejar ver el sol’ Cállate, no me fio de tus propuestas, porque no analiza las causas. No me creo tus soluciones porque no eres coherente. Guarda silencio por no eres fiable, no eres verdadero contigo, y por ende con los demás.

Gurú de turno, apártate que no me dejar ver el sol, no me dejas ver la causa de los males sociales, no veo la justicia ni la sabiduría. No veo en ti, ni el mérito, ni la solidaridad. Hablas de valores sociales, éticos, religiosos incluso, pero yo no veo religación alguna, ni contemplo al hombre justo, al gentil, al samaritano. No vemos pues al sol como una suerte de panteísmo divino, que me alimenta, sostiene y guía.

Menos mal que seguimos teniendo el tonel y la lámpara de Diógenes, uno para esconderse, la lámpara para seguir  buscando al hombre justo.

1 comentario:

  1. Que interesante la información que has compartido.
    ¡También me gustaría compartir con ustedes información relacionada!.

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