martes, 22 de noviembre de 2011

Política y/o Tecnocracia (y 4): El discurso y el reto administrativo

Es evidente que lo que se le pide ahora a la Administración Pública es eficiencia, y terminar con aquello que Weber llamaba ‘Administración de diletantes’, aquellos empleados públicos como aficionados y no profesionales que ocupan puestos en virtud del spoil system. La eficiencia está ya en marcha; Jueces que evitan a toda costa hacer juicios, la Administración Pública que no paga unilateralmente sus responsabilidades dolosas o negligentes, la Hacienda pública que se enriquece injustamente y demás aspectos que revelaran el proyecto europeo COCOPS (Coordinación para la Cohesión del Sector Público), cuyo objeto (entrada de 02.04.2011) es el análisis del impacto de las políticas NPM en Europa examinando si los cambios han contribuido a lograr mejores políticas y ciudadanos más satisfechos con los servicios públicos. Es decir, si la eficiencia se ha tragado a la eficacia. Lo importante es que funciones la organización administrativa aunque no sirva para su fin, ni cumpla sus funciones. Esto se llama en sociología de las organizaciones autopreservación. Parecería que paradójicamente aquello que nació para servir, ha acabado sirviéndose de sus destinatarios. Sabemos que esto no es nuevo en la historia organizativa
El caso es que en todo esto pagan justo por pecadores quienes necesitan justicia, sanidad, educación… por quienes abusan de ella. Por lo tanto en lugar de una Administración contra el ciudadano, debería renacer otra para el ciudadano, y es sabido que la eficacia no está reñida con la eficiencia, al menos si se tiene siempre de horizonte la variable equidad, definida políticamente con carácter previo. Esto último es lo que ahora está en juego está en juego.
Me parece evidente que una de las principales tareas del nuevo gobierno terminar con tano inepto aficionado, amigo de lo ajeno y sustituir por técnicos y profesionales. Basta ya de dar cargos en órganos decisores, consultivos o fiscalizadores a quienes no saben de la materia, en algunos casos ni remotamente y en otros con suficiencia técnica y empírica. A esos quienes han fracaso como empresarios, profesionales o incluso políticos. Basta de empresas contratistas cuyas plantillas lo son de amigos y no de técnicos, que están ahí porque no caben en los órganos institucionales. Ya vale de financiar a los medios para que den buenas noticias de aquello que no se hace bien y etc, etc, etc…
Esto debe preceder moralmente y organizativamente antes de recortar prestaciones, sin ello, no hay legitimación social, aunque tal vez tenga su mérito ante los mercados. Como he leído en una carta que un medio le dirige al próximo Presidente del Gobierno que tenga en cuenta a la hora de recortar, que paguen más los que han sido más responsables de la crisis y que no sufran más quienes son los perdedores de ella crisis.. Por aquí en nuestra voluptuosa Comunitat puede verse claramente quiénes son esos responsables con toda claridad, con buscar las conexiones entre política y finanzas, y sus nefastos resultados, Si se busca se verá que el hilo conductor de todo ello es la ineptitud y el clientelismo. Sólo el clientelismo puede nutrir el soporte a la ineptitud, otrosí de esos pequeños estómagos agradecidos, siempre presentes.
A esta alturas no vendría mal a la dinámica administrativa recordar que ya Cicerón en su discurso a Cesar, del año 55 ac decía “El presupuesto debe ser equilibrado, las arcas públicas deben captar más dinero y la deuda pública debe ser reducida, la arrogancia de la burocracia debe ser atemperada y controlada, y la asistencia extranjera debe ser reducida para que la República no entre en bancarrota. La gente debe otra vez aprender a trabajar en lugar de vivir de la asistencia pública”. O recordar que W. Wilson en 1887 diría que el objeto del estudio administrativo es descubrir, primero, lo que el gobierno puede hacer legítimamente y bien, y segundo, como puede hacer estas cosas con la mayor eficiencia posible y con el menor costo de energía posible…Aunque la política fija las tareas de la Administración, ésta no debe tolerar que se manipulen sus funciones… la Política no hace nada sin la Administración, pero no por ello la Administración es política.
A estas alturas de la historia administrativa parece evidente que buena parte de los problemas de la Ciencia Administrativa está en la praxis política, si se hubiese seguido los dictados de ésta, mal negocio para los políticos. A la refutación del carácter científico de la disciplina. Le seguirá en breve incluso el de técnico, y nos quedaremos con meros artistas diletantes.
Ojala el nuevo se trabaje conjuntamente en pro de una Administración Pública que sea de verdad el enlace entre el Estado y la sociedad, como una Administración de lo público en la intelección de participación colectiva en un metasistema social.
Como dijera Salvador de Madariaga,”si no mejoramos, nosotros, el Gobierno no podrá cambiar más que de etiqueta” (Anarquía y Jerarquía, 1934).

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