martes, 22 de noviembre de 2011

Política y/o Tecnocracia (2): El discurso político y su dosis voluptuosa

Estos días en África el Obispo de Roma ha dicho que el ser humano aspira a la libertad, quiere vivir dignamente, desea buenas escuelas y alimentación para sus hijos, hospitales dignos, quiere ser respetado y reivindica un gobierno limpio que no confunda el interés privado con el interés general, y sobre todo desea la paz y la justicia". El pontífice ha señalado igualmente que actualmente hay demasiados escándalos e injusticias, demasiada corrupción y codicia, demasiado desprecio y mentira, excesiva violencia que lleva a la miseria y a la muerte. Estos males afligen a todo el mundo….
Siendo esto una constante en la historia, el mal político actual tiene origen, entre otras causas de la humanidad imperfecta (el hombre como animal no forjado o animal vulnerable) es un curso político anclado en una suerte de voluptuosidad. Ésta es la incitación o satisfacción de los placeres de los sentidos, dicho de otra manera es actitud que todo lo impregna con los jugos y aromas de su significado, hacia la complacencia en los deleites sensuales. La voluptuosidad, siembra, disemina, infecta, pervierte, corrompe, seduce. Es tan poderosa que tal vez habrá que añadirla a los siete pecados capitales y me parece que el político que está tocado por ella, acaba también atrapado por el resto de esos pecados capitalinos.
Ya dijera Aristóteles que no parecería sin razón entender el bien y la felicidad según las diferentes vidas. La masa y los más groseros los identifican con el placer, y por eso aman la vida voluptuosa … Los hombres vulgares se muestran completamente serviles al preferir una vida de bestias, pero tienen derecho a hablar porque muchos de los que están en puestos elevados se asemejan en sus pasiones a Sardanápalo (Rey asirio, del siglo IX a.c., famoso por sus vicios). En cambio, los hombres refinados y activos ponen el bien en los honores, pues tal viene a ser el fin de la vida política.

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