domingo, 6 de noviembre de 2011

Administración Pública y soluciones al problema del desempleo (y 4): Tras la tragedia griega nuestra Katarsis

Si las empresas ahora van a sufrir los impagos de las Administraciones, si el Estado industrial ya no existe en su capacidad de generar empleo para sostener el modelo de bienestar sostenible fundamentalmente con los impuestos y cotizaciones, si la Administración Pública ya no va hacer de motor del convoy y ni siquiera va a mantener los empleos del nepotismo camuflado, no sé si ya solo cabe pensar en nosotros mismos, como ciudadanos, tal cual hizo el pueblo argentino – vía economía de trueque – para campear el corralito.
En la dinámica de pensar para hacer algo, más bien pronto que tarde, podríamos mirarnos en esa tragedia griega actual en la que algún pequeño emprendedor ha dicho sobre su clase política "Solo se pelean de cara a la galería, a puerta cerrada están de acuerdo en todo, o al menos en lo importante, hacerse ricos",… "En los últimos años se han forrado, tienen mucho en común",
La ciudadanía reconoce que no los políticos no se van ni con disolvente. En este tiempo de Administración de la miseria, la crisis opera como un moldeante para que el político se quede pegado e incrustado. Aunque les denuncien o les pongan la cara roja se enrocan como pulpos.
Necesitamos pues una catarsis, no sé cuál será el tempo y el acontecimiento que operará una inmediata limpieza de elementos insanos en el ambiente político-económico, pero este se producirá al menos durante algún tiempo, como cualquier ciclo económico. Como decía C. Peguy “a Dios la Fe que más le gusta es la Esperanza”, así que yo espero y confío en la solución científica. Seguro que hay un saber científico que aguarda para aportar soluciones a la crisis y a la creación de empleo. Este necesita de un nuevo moldeante para impregnarse en la decisión política, y este puede venir de una nueva clase política joven y no contaminada. Podrían los que llevan más de ocho años y con merito quedarse en nuevo orden senatorial, sin cobrar claro.
Siempre me ha resultado que la dinastía Antonina que gobernó casi un siglo la roma imperial (de 96 dc a 192 dc y supuso "la época más feliz de la historia de la humanidad", tuvo el elemento común que al no tener descendientes biológicos , la sucesión hereditaria recayó en un hombre considerado por el emperador como el mejor para el puesto. Sólo Marco Aurelio rompió la tradición al nombrar a su hijo Cómodo, que sería, por otra parte, uno de los peores emperadores de Roma, como pude verse en la aproximación histórica de la película Gladiator.
Como disolvente frente al nepotismo y longevidad política, se me ocurre, para ya, la aplicación del código penal y una dinámica expansiva de manos limpias administrativa, que podría compadecerse con una amnistía para los que se han llevado menos de 500 euros, si lo devuelven y denuncias a todos lo que se hallan llevado al menos esa cantidad. Todo esto acompañado, por mor de la legitimación moral, de una aplicación de bolsillos limpios – para antes y después de salir - también en todos los ámbitos.

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