lunes, 2 de mayo de 2011

Pleno empleo, ¿utopía? (y 3); la sociedad


A la situación de que somos más ricos en occidente pero menos motivados en tiempos de incertidumbre, por si fuera poco ahora los expertos nos dicen que se ha terminado la aspiración a un solo puesto de trabajo. El futuro pasa porque seamos capaces de ofrecer colaboraciones puntuales cargadas de valor a nuestros empleadores. Se ha terminado la aspiración social de trabajar para una empresa toda la vida. El reto es ofrecer proyectos puntuales para varias compañías.
Las empresas del futuro inmediato “contarán con un 20% de empleados a tiempo completo - que serán el nucleo de la empresa, los que tomen las decisiones y dirijan los procesos, - con un 40% que serán empleados a tiempo parcial, quienes aportarán su capacidad intelectual pero sin estar del todo ligados a la empresa, y un 40% restante que se corresponderá con los servicios externalizados”.
Los cambios que además afectaran al modo habitual de operar pasan por el trabajo en equipo; reducción de inputs materiales , pues un mismo puesto será utilizado por varias personas en distintos turnos; la flexibilidad horaria, que permite trabajar menos, y cobrar menos también. A ello unimos el teletrabajo, el trabajo a domicilio, el part-time, la deslocalización,la externalización,la precarización,la infracolocación …
No podemos ser ajenos a la nueva concepción del trabajo que en nuestro entorno se está produciendo y que desde la sociología y otros campos del saber ya se vienen contemplando desde hace una década (por todos … Véase in extenso sobre el cambio en la cultura del trabajo entre otros en Gorz, A., Metamorfosis del Trabajo, Sistema, Madrid, 1995; La sociedad del desempleo. Por un trabajo diferente, Cristianismo y Justicia, Barcelona, 1989; Van Parijs, P., “Ingreso básico justicia y eficacia” en AA.VV., Ética y empresa: una visión multidisciplinar, Fundación Argentaria-Visor, Madrid, 1997.) , y que fundamentalmente supone: un menor tiempo de dedicación al trabajo; la innecesaridad de obtención de empleo como único medio de subsistencia, y una mayor cultura del ocio.
Así las cosas parece incuestionable que la pretensión de pleno empleo es casi una utopía, hay que buscar fórmulas para financiar una sociedad que asegure el bienestar de los empleados y evite el malestar de los parados, sin que se produzcan fracturas en la cohesión social.
Mientras que la economía domine la política, - razón a la que de momento han sucumbido hasta los países del socialismo real - la Administración Pública si no crea empleo, debe procurar que otros lo creen, sin imponer trabas innecesarias mediante medidas como la ley ómnibus, así como disponer de las medidas paliativas para una sociedad cuyo desarrollo ya no pasa por la masiva ocupación de la era industrial, ni necesita grandes ejércitos, ni sufre ya grandes sangrías en su población. El mercado debe crear nuevas situaciones de riqueza y nuevos nichos, a compartir con las iniciativas de economía social. La sociedad tiene que renunciar a ese superestar de los excesos del Estado del bienestar y adaptarse a los recortes y medidas de racionalización que se impongan. Con esto la política solo tiene que decir la verdad de Agamenón y de su porquero.

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