lunes, 15 de febrero de 2010

Buena administración y buen gobierno(3): La problemática

La Ciencia Política surgió de la ‘teoría de la decisión’, que estuvo referida a la optimización de todos los efectos de las decisiones y al cálculo de los costos y beneficios vinculados a esas decisiones. La Ciencia Política se centró en el comportamiento de un actor (racional) que alcanzaría una decisión en una situación de estar completamente informado y con una jerarquización clara y completa de la preferencia.
El modelo del actor racional asume que los procesos de las políticas suceden en fases (formulación de la política, decisión e implementación), basado en una visión en la que el tomador de decisiones primero analiza el problema y las alternativas y luego toma una decisión racional acerca de cuál opción deberá escoger. Pero la problemática del decisor político esta en muchos caso más allá de la ética y de la técnica, pues el contexto de juego implica una racionalidad limitada (Simon y Lindblom dixit), quienes preferían un enfoque que pudiera ser denominado ‘de racionalidad limitada’.
Los procesos de políticas son impredecibles debido a la información incompleta y los valores ambiguos. El enfoque racional se halla fuertemente contaminado por una racionalidad que pudiera seguir una lógica fundamentada en Actuación por preferencias o intereses, Alternativas mas ventajosas o menos perjudiciales, Recurso a un criterio predominante sobre los posibles, y Elección.
Un enfoque de racionalidad absoluta supondría capacidades intelectuales y fuentes de información y de tiempo que los hombres simplemente no tienen, por lo que dicho modelo es adecuado para tratar problemas relativamente simples, en pequeña escala, con pocas variables y dimensiones valorativas limitadas.
Se impone pues el enfoque de racionalidad limitada para la toma de decisiones públicas, especialmente por la concurrencia de algunos de estos factores
a) la Administración Pública tiene funciones y limitaciones políticas y legales, por lo cual concentra su atención en relativamente pocos valores y alternativas en comparación con las que se tendrían que plantear con el modelo de elección racional
b) no hay preferencias en los asuntos públicos, a menos que la discusión pública logre despertar la atención de la ciudadanía. Frecuentemente los administradores públicos se ven obligados a tomar decisiones sobre políticas sin poder clarificar previamente los objetivos.
d) los objetivos sociales no siempre tienen el mismo valor relativo, pues uno de ellos puede ser altamente valorado en una circunstancia y tener un valor nulo ante otra.
e) no hay preferencias en los asuntos públicos, a menos que la discusión pública logre despertar la atención de la ciudadanía. Frecuentemente los administradores públicos se ven obligados a tomar decisiones sobre políticas sin poder clarificar previamente los objetivos.
d) los objetivos sociales no siempre tienen el mismo valor relativo, pues uno de ellos puede ser altamente valorado en una circunstancia y tener un valor nulo ante otra.
e) no es posible la jerarquización de los objetivos, pues normalmente el administrador debe elegir entre políticas que combinan los valores asociados de distinta manera.
f) los intentos de jerarquizar u ordenar los valores en términos generales y abstractos, de manera que permanezcan constantes, termina siempre por ignorar preferencias marginales importantes, condicionadas pro cuestiones tales como las instituciones, las emociones, la información, los valores y escasez de alternativas.

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