viernes, 18 de diciembre de 2009

La Administración siempre presente: Estado y Sociedad (y 2).

El ex secretario de la ONU Koffi Annan en reciente entrevista ha señalado que “ ha quedado al descubierto es esa supuesta idea de que el mercado es el que sabe... Dejémoslo en manos del mercado: eso también ha desaparecido. Estamos, pues, en una situación muy fluida. Algunos políticos se alegran de que los Gobiernos vuelvan a intervenir. Pueden cumplir su papel, pero lo van a cumplir en un momento en el que la población está muy preocupada, el desempleo es alto y sigue subiendo y la gente no cree necesariamente que los Gobiernos estén de su parte.”

Annan ha indicado que vivimos una era de la confusión, en el sentido de que hay menos certezas. En la guerra fría. Los dos lados estaban muy seguros. Y había reglas. Ahora no tenemos esa certeza. No hay reglas, no hay seguridades. Se están produciendo grandes cambios que resultan inquietantes para la gente e inquietantes para los líderes.

Sigue diciendo que “la política actual también ha cambiado mucho, debido a la televisión e Internet, y todo es instantáneo, y un líder está constantemente siendo evaluado, constantemente siendo criticado, y es muy fácil movilizar a la gente en contra o a favor de alguien, y los líderes se vuelven muy precavidos; de hecho, algunos dicen que vivimos en un mundo en el que los líderes leen y no dirigen. Leen las encuestas en vez de dirigir...”

Lo curioso pero no extraño es que desde finales de los ’80 hasta principios del 2000, toda una suerte de autores han venido advirtiendo sobre la necesidad de un cambio de modelo económico por motivos de sostenibilidad ecológica, medioambiental, estructural, social, psicológica. Así nos lo advirtieron entre otros U. Beck en ‘La sociedad del riesgo global y en la individualización’; A. Giddens en ‘Un mundo desbocado’; A. Gorz, en la ‘ Metamorfosis del Trabajo’; H. Kung en ‘Una ética mundial para la economía y la política’; Mc Ewan en ‘¿Neoliberalismo o democracia? Y S. George en su ‘Informe Lugano’.

Todas estas obras podrían refundirse en lo que dijera la ya desaparecida politóloga Susan Strange en su libro ‘La retirada del Estado’ , cuando frente a la pregunta de si se retira el Estado quien gobierna el mundo económicamente, se contesta: las multinacionales, los cárteles, las mafias, las consultoras …

El eurobarómetro 2009 sobre corrupción con ocasión de la celebración del Día Internacional contra la Corrupción propuesto por Naciones Unidas deja constancia de que las estadísticas muestran que, pese a que la UE en su conjunto es percibida como una parte activa y efectiva en la lucha contra la corrupción, la percepción pública sobre los esfuerzos de ciertos Estados miembros por combatir la corrupción, ha bajado. Hemos visto que estos cinco años atrás en nuestro país ha habido cerca de 1000 detenidos por casos de corrupción en los que si bien predominan los políticos de los partidos gobernantes de turno, también hay funcionarios coadyuvantes o en solitario.

Ulrich Beck, en un artículo de abril de 2008 intitulado De la fe en el mercado a la fe en el Estado que merece su transcripción liberal manifestaba “Incluso los neoliberales más radicales suplican ahora el intervencionismo del Estado en economía y mendigan las donaciones de los contribuyentes. Eso sí, cuando había beneficios, los consideraban diabólicos. Primer acto de la obra La sociedad del riesgo global: Chernóbil. Segundo acto: la amenaza de la catástrofe climática. Tercer acto: el 11-S. Y en el cuarto acto se abre el telón: los riesgos financieros globales. Entran en escena los neoliberales del núcleo duro, quienes ante el peligro se han convertido de repente desde la fe en el mercado a la fe en el Estado. Ahora rezan, mendigan y suplican para ganarse la misericordia de aquellas intervenciones del Estado y de las donaciones multimillonarias de los contribuyentes que, mientras brotaban los beneficios, consideraban obra del diablo. Qué exquisita sería esa comedia de los conversos que se interpreta hoy en la escena mundial si no tuviera el resabio amargo de la realidad. Porque no son los trabajadores, ni los socialdemócratas o los comunistas, ni los pobres o los beneficiarios de las ayudas sociales quienes reclaman la intervención del Estado para salvar a la economía de sí misma: son los jefes de bancos y los altos directivos de la economía mundial”.

En suma y síntesis es que los tiempo de la sociedad del conocimiento de la postmodernidad necesitan más democracia,, mas tolerancia, mas ética, mas solidaridad, nuevas formas de trabajo; más comunicación interpersonal, alternativas al capitalismo y su modelo de bienestar; un nuevo sentido de la responsabilidad política y económica hacia posturas más ideales y mejores principios éticos; rol y límites de la acción del Estado, y en ello no faltan propuestas. Por citar una próxima y de gran calado reflejaremos la de Edgar Morín instrumentada mediante la ponencia ¿Podemos reformar la administración pública? en el IX congreso internacional del Clad de 2004. Señala que el nuevo modelo de desarrollo pasa por un política de política de civilización y esta necesita de una suerte de bucle reformador, pues “Las reformas no son únicamente institucionales o sociológicas, son reformas mentales que necesitan un pensamiento distinto, una revisión de los términos aparentemente evidentes de la racionalidad, de la modernidad, del desarrollo. La reforma del Estado, la reforma del espíritu y la reforma de sociedad se necesitan mutuamente. La reforma del espíritu requiere una reforma de la educación que depende, en gran parte, de los Estados. Es decir que la reforma educativa podría ser promovida por el Estado. Pero solamente un Estado ya reformado podría iniciar esa reforma, y solamente una educación reformada podría formar los espíritus que llevarían a cabo la reforma del Estado. Existe, por lo tanto, una relación circular entre esas reformas que dependen una de otra

Ahora queda por ver el papel del Estado como promotor de un nuevo modelo económico y productivo, que conlleve transformaciones sociales realmente innovadoras.

Si hay una idea que no ha quedado siempre clara a lo largo de la historia es la delimitación entre el Estado y la sociedad pues ha prevalecido una delgada línea roja entre uno y otro, si bien tal vez podría dibujarse más gruesa en el tiempo del Estado liberal o el totalitario. Curiosamente los excesos o los defectos del estado han sido los que han marcado las diferencias entre uno y otro, cuando en realidad el Estado no sino la forma política de organizarse una comunidad, si bien no es la única pues se organiza mediante otros instrumentos asociativos. En Roma, comunidad y Estado no se identificaban, porque a esa comunidad concreta se superponía el concepto abstracto de ’res publica’, es decir, el conjunto de intereses del populus.

Forsthoff, en su obra Der totale Staat de 1933, indica que el Estado total se diferencia del liberal en que éste es sin sustancia, el objetivo del Estado es la revolución, superadora de los intereses individuales, incluso los del partido, por ello, la Administración ha de ser neutral. Forthoff verá el Estado Total en el Estado social de la Republica federal alemana, y aunque coincidiera con Carl Schmitt en las veleidades con el régimen nazi de primera época, acabaría siendo contratado por el SPD y emitiendo dictámenes sobre diversos temas de derecho público, como el Tratado de Defensa militar y Función Pública, como puede verse en la obrita de 2008 de Sosa Wagner, F. Carl Schmitt y Ernst Forthoff: Coincidencias y confidencias.

Hay que repensar o actualizar la idea que recoge Lorenzo Martín-Retortillo en su magnífico estudio sobre “la configuración jurídica de la administración pública y el concepto de "daseinsvorsorge" de Forsthoff publicado en 1962, nos dice en ella que no todas las Administraciones contemporáneas pueden calificarse como Administraciones de la Daseinsvorsorge, pues con la variedad de circunstancias que presentan los diversos Estados, es muy posible, como en realidad sucede, que no en todas pueda obervarse el esfuerzo de llevar a cabo este cometido de la Daseinsvorsorge. Pero precisamente aquellas Administraciones que pueden calificarse con justeza como Administraciones de la Daseinsvorsorge es porque cuentan con los mecanismos y procedimientos suficientes para dar vida y hacer realidad esta idea. La Daseinsvorsorge supone la superación de la separación Estado-Sociedad que estaba, en cambio, implícita en la concepción del Estado liberal de Derecho.

Se habla ya de un nuevo Estado Cívico o Neoweberiano, Responsable,… pero parece que habrá de mostrar también un tinte neo republicano que vía participación, control, democratización recupere el sentido del Estado como interlocutor de primer orden de la sociedad. El problema tras esta crisis financiera no es ya si un Estado ha de ser mínimo o máximo, sino si lo éste está en comunión con la sociedad, y en segundo momento sino quién y cómo se gobierna ese Estado y cómo se controla eficazmente ese Gobierno y la acción racional y legítima de la Administración, para que ésta, estando presente para lo necesario no sea instrumento de manipulación al servicio de unos intereses, que no coinciden con los de la sociedad.

La Administración siempre presente sólo se justifica si sirve como mecanismo estable para encauzar las demandas sociales, que sean legítimas, racionales y necesarias para el progreso integral humano. Nuestro modelo social de bienestar debe mucho a la Ciencia Administrativa y de momento sólo desde sus postulados políticos y económicos se vienen superando las crisis. El Estado de Derecho debe mucho a Von Mohl, el Estado social a Von Stein y el del bienestar a Forshtoff, todos ellos pusieron las bases de nuestra sociedad moderna desde la Ciencia Administrativa. Ésta últimamente está muy atenta a las transformaciones que merece el Estado como se refleja en las conferencias Braibant que anualmente se celebran en el Instituto Internacional de Ciencias Administrativas. Esperemos sus frutos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario